CONTEXTO TEATRAL


El Teatro en el siglo XVIII

El siglo XVIII estuvo marcado en España por la eclosión de una nueva mentalidad enlazada con la antropología renacentista, rompiendo finalmente con la cosmovisión de mundo barroco. Por primera vez el Estado interviene en la orientación teatral de país. Este periodo recibe el nombre de “Ilustración”. Bajo el influjo de estas ideas se creó un movimiento de reforma en los Teatros de Madrid. El objeto de este nuevo movimiento se cimentaba en recomendar unas determinadas obras y prohibir otras, amparadas bajo la idea de que todas y cada una de ellas debían estar basadas en la verdad y la virtud, rompiendo a su vez con el principio de autoridad, fundamentado prácticamente en su totalidad en la experiencia. Esta ideología tiene como consecuencia que la filosofía y la ciencia llegasen a ser ambos el saber más valorado de entonces. Este período ha llegado a ser conocido en la Historia de las Ideas como "Siglo de las Luces" o "Siglo de la razón". Su característica más relevante e importante era el basarse en la búsqueda de la felicidad humana utilizando los recovecos del camino de la cultura y el progreso. Las nuevas ideas asociadas al pensamiento ilustrado hicieron que el arte y la literatura se orientaran hacia un nuevo clasicismo, conocido como Neoclasicismo.
Entre las obras prohibidas figuraban algunas de las más representativas del siglo de oro, censurando ante todo los autores contemporáneos que insistían en seguir manteniendo la fórmula mágica del siglo anterior. El estado de la comedía se encontraba en un estado francamente decaído, de ahí que naciesen las nuevas propuestas de la reforma, obligando la misma a realizar el reparto de los papeles fundamentándose en las aptitudes de los diferentes intérpretes, sin embargo a pesar de los programas ilustrados, las que triunfaron en el siglo XVIII fueron las llamadas comedias de teatro y las comedias de magia.
En teatro, los principales cultivadores fueron los del grupo madrileño. Se sometieron a lo que enseñaban los preceptistas clásicos y modernos, creando un teatro en pos de los intereses políticos y morales de la época, existían tres tendencias; “Tradicional” comprendida durante la primera mitad del siglo XVIII, momento en el que el teatro se encuentra en total decadencia, entre el publico triunfan las comedias de enredo, magia, milagros de santos y de historia. Para la aristocracia surgen las zarzuelas y óperas basadas en el perfil italiano. “Neoclásica”, es aquí donde el conde de Aranda ordena rescatar las obras del siglo de Oro, intentando así poder finalizar con la decadencia que se venia arrastrando desde comienzos del siglo. Apoyó la creación de nuevas tragedias vinculadas a la razón y a las nuevas reforma que se estaban imponiendo, y finalmente la” Popular” tomando una gran importancia los sainetes, escritos en verso con los pasos y entremeses de los siglos anteriores, siendo el autor mas importante Ramón de la Cruz.


En el teatro neoclásico también se impuso la razón y la armonía como norma. Se acató la llamada «regla de las tres unidades», que exigía una única acción, un solo escenario y un tiempo cronológico coherente en el desarrollo de la acción dramática. Se establece la separación de lo cómico y lo trágico, eliminando todo aquello que se consideraba exagerado y pudiese llegar a ser irritante

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